Entrevista exclusiva a académico de Escuela de Periodismo: Francisco Roco Godoy
Publicado el : 2023-10-16 11:02:48
La “Introducción a la filosofía” de Francisco Roco muestra la lúcida búsqueda de un pensador chileno. Es, además, una excelente introducción a la filosofía y al pensamiento de una de sus cumbres: José Ortega y Gasset
Mi amigo Ortega y
Gasset
Hay libros y autores que marcan a generaciones.
Nos deslumbran. Es el caso de José Ortega y Gasset (1883 – 1955) un filósofo
y ensayista español, exponente principal de la teoría del perspectivismo y de
la razón vital e histórica, situado en el movimiento del novecentismo. Ortega
y Gasset es una gran influencia en la filosofía española y en la filosofía
iberoamericana del siglo XX, no solo por la temática de su obra filosófica,
sino también por su estilo literario ágil, descrito por algunos como próximo
al Quijote, que le permitió llegar fácilmente al público. La fuerza de su
pensamiento sigue vigente en el mundo actual y nos permite navegar en las aguas
turbulentas de nuestras circunstancias. Ese deslumbramiento lo vivió, siendo
muy joven, Francisco Roco Godoy, profesor de Filosofía de la Universidad de La
Serena. Su “Introducción a la filosofía o Para leer las meditaciones del
Quijote” (Editorial Universidad de La Serena, 2014) es un notable
acercamiento al pensamiento de Ortega y Gasset y de la importancia que tiene la
filosofía en la vida de los hombres.
Francisco,
concluye su formación de enseñanza media en el Liceo de Hombres de La Serena.
¿Cómo fue surgiendo su interés por la filosofía?
“Mi interés por la filosofía surge tem-
pranamente, en primero o segundo medio, en clases de Lenguaje, producto del
análisis de una novela chilena, Martín Rivas de Alberto Blest Gana. La
profesora del ramo estableció la distinción entre hombres auténticos e
inauténticos, ideas que llamaron mi atención. Pregunté dónde podía
encontrar más información acerca del tema. Gentilmente, me regaló unos
apuntes mecanografiados con un resumen del libro La rebelión de las masas de
José Ortega y Gasset. Los leí con profundo agrado, sin sospechar que lo que
allí estaba era un modo particular de reflexión. Solo tiempo después me
enteré que aquello se llamaba filosofía”.
¿Qué lo
deslumbró en Ortega y Gas- set hacia fines de la década de los 60’?
“Me agradó la fineza con que se exa- minaban las
ideas, la claridad del estilo y especialmente la constatación en la vida real
de los tipos humanos allí descritos. Tuve la impresión de que el autor
realizaba una suerte de radiografía de modos de ser fácilmente constatables.
Lo que describía no era ficción, sino transcripción a palabras de
acontecimientos que me resultaban muy cercanos; no obstante que el libro tenía
más de treinta años de su publicación. Si se suma a lo anterior, mi
condición de lector de 16 años más la efervescencia social y política de la
época, resulta fácil entender que la mirada crítica del ser humano
contemporáneo, formulada por Ortega, fue miel para mi paladar adolescente”.
¿Cómo fueron sus
encuentros inte- lectuales en la Universidad, primero en La Serena y luego el
postgrado en la Universidad de Chile?
“La formación universitaria se desarrolló en la
década del setenta, en período de dictadura, por lo que la filosofía estuvo
en permanente sospecha y, más de alguna vez, próxima a desaparecer de la
enseñanza media y superior. Situación no muy diferente a la vivida
posteriormente en ‘democracia’. Tal situación, lejos de amainar el espíritu
crítico, lo exacerbó. Las aulas de la Universidad de Chile, algo diezmadas
por la exoneración de muchos académicos, se convirtieron, en manos de los
jóvenes profesores de relevo, en espacios de diálogo y reflexión que, en
cierta medida suplían las carencias culturales, silenciadas por una democracia
ausente. En tiempos difíciles, cuando entran en crisis muchas de las
convicciones en que se ha vivido, emerge la necesidad de abrir nuevos espacios
para el desarrollo humano. Y esa es la tarea histórica de la filosofía. Las
urgencias vitales demandan al intelecto. Se hizo indispensable, como dice Ortega,
volver a ‘saber a qué atenerse’”.
¿Qué importancia
tiene leer a Ortega y Gasset en la actualidad?
“Creo que mucha. Por varias razones. En primer lugar, Ortega piensa
y escribe en castellano. Su filosofía no es traducción. En segundo término,
los lectores que tuvo en mente y a los cuales se dirigió fueron los españoles
y los sudamericanos. Además, procuró la cercanía, la seducción, mediante
una escritura amigable. ‘La claridad es la cortesía del filósofo’, solía
decir. Esmeró su estilo para expresar bella y diáfanamente las más profundas
y complejas ideas, y de ello han quedado huellas en las lecciones preparadas
para sus estudiantes y en los ensayos para públicos heterogéneos, publicados
en diarios y revistas. Pero, sobre todo, por el vínculo de su pensamiento con
temas de hoy, respecto de los ámbitos político, económico, estético,
generacional, comunicacional, ideológico, pedagógico, etcétera”.
¿Qué dificultades
tiene la lectura de un clásico?
“Me parece que la lectura de un clásico ofrece más facilidades que
dificultades. Los clásicos, como Ortega y Gasset, trasuntan su tiempo, son
incombustibles. Quizá la dificultad radica en que asustan, cohíben. Pero hay
que animarse y arrimarse a ellos, Cuando se está en su cercanía se comienza a
descubrir paulatinamente por qué maravillan. Esto no solo ocurre con los
clásicos de la filosofía, también con las obras de arte y las teorías
científicas. Ciertamente, a veces se necesita ayuda que facilite el encuentro,
considerando la edad, intereses, formación cultural de los receptores”.
Meditaciones del Quijote
Francisco Roco Godoy (1954) estudió en el Liceo
de Hombres de La Serena del que egresó en 1971. Su carrera universitaria la
comenzó en la Universidad de La Serena, donde se tituló de profesor de
Castellano. Estudios posteriores en la Universidad de Chile lo acercan a la
filosofía y le permiten alcanzar un doctorado. Entre sus libros destacamos:
¿Es posible el último hombre de Fukuyama? (1993); Origen y esencia de la
filosofía (1995); La literatura como método (1998); y Comu- nicación y
Revolución Tecnológica. Aportes para la comprensión humana en la era digital
(2019).
Francisco, en el año 1904 se publica Meditaciones del Quijote. ¿Qué significado tuvo su publicación?
“En las primeras décadas del siglo XX la reflexión filosófica en
castellano se encuentra muy alicaída. Los libros respecto del tema son escasos
y, mayoritariamente, hay traducciones de obras alemanas, francesas e inglesas.
Por lo mismo, no abundan los lectores para la disciplina. Consciente de este
diagnóstico poco halagüeño, Ortega se propone ‘pensar’ una filosofía
original, pero sobre todo acercarla a un público amplio. Para ello, asume
múltiples tareas: escribe en diarios y revistas, funda la Revista de
Occidente que luego se transforma en editorial, realiza tareas docentes
como profesor de metafísica, dicta charlas y conferencias. A fines de los
años veinte ya se advierte el fruto de su esfuerzo, pues se editan más libros
y aumenta considerablemente su tiraje. Muchas giran en torno a los 10.000
ejemplares ¡y solo en Chile! Número no menor si se considera la densidad
demográfica de la época. Sin embargo, la influencia de las Meditaciones fue
algo tardía. En un primer momento, se las consideró ‘literatura que parece
filosofía’. Por esos días, resultaba impensable que se hiciera buena filosofía,
comprensible, profunda y con esmerado estilo”.
¿Por qué el lector espiritualmente más cercano a Ortega y Gasset es el español y el latinoamericano?
“El pensamiento de Ortega es bastante situado, circunstancial. Se
dirige a un lector específico. Concretamente, a las generaciones hispano
parlantes de menos de 30 años. Por lo menos, son el destinatario primigenio de
las Meditaciones. A diferencia de Nietzsche, por ejemplo, que subtitula
su Zaratustra, ‘un libro para todos y para ninguno’. Ortega, como se ha dicho,
siente la necesidad de crear un público para la filosofía y, además,
situarla a la altura del pensamiento europeo, principalmente germano, que mejor
conoce fruto de largas estadías con fines académicos que realiza en ese
país. Por razones históricas, siente especial conexión con Latinoamérica y
por razones afectivas, con Sudamérica, pues en las visitas que realiza a
Argentina y Chile se siente acogido con gran hospitalidad”.
La tarea de pensar
por sí mismo, el gran desafío que propone Ortega y Gasset. ¿Está ausente en
el mundo actual?
“Pareciera que sí. Hoy tenemos la sensación de
ser más libres y autónomos que en cualquier otro tiempo, pero somos
marionetas del mercado, del sistema económico, de los grupos de poder, que nos
embaucan dulcemente, silenciosamente, mediante la publicidad y la propaganda a
través de los medios tradicionales de comunicación y de las actuales redes
sociales. No deja de resultar paradójico que en nuestro país se haya
producido, en lo político, tan contradictorias preferencias entre los votantes
para las elecciones de constituyentes. Resulta lícito sospechar que no se piensa
por sí mismo, si no en virtud del direccionamiento avasallador de los sistemas
virtuales de comunicación. De cualquier modo, es otra tarea que la filosofía
debe asumir: proponer nuevas vías para la autonomía humana, en medio del
peligro de la selva de la información sobreabundante”.
Su libro,
Francisco, está escrito especialmente para los lectores jóvenes. ¿Qué
opinión tiene de la filosofía que se enseña en los colegios?
“Mi libro sobre Ortega y Gasset es una extensión
del oficio docente que cultivo por más de 40 años. En él, se pone por
escrito aquello que se podría escuchar en la sala de clases. Esa es la razón
del título ‘Introducción a la filosofía’. Se emula el proyecto orteguiano
–con menos pretensiones, por cierto- de motivar hacia la filosofía a quienes
lo deseen, sean o no especialistas. En ocasiones se ha deslizado entre ciertos
intelectuales un sesgo de aristocratismo que insinúa que la filosofía es solo
para elegidos. Yo creo, por el contrario, que es la disciplina más
democrática que existe. No en vano el gran Aristóteles comienza su Metafísica
con la afirmación: ‘todo humano desea por naturaleza saber. Esto se
manifiesta con especial énfasis en niños y jóvenes. La ‘edad de los por
qué’ es la más fértil para la filosofía. Y todos pasamos por ella’”.
Ortega y Gasset en Chile
En 1928, Ortega y Gasset estuvo en Chile. ¿Cómo impactó a los filósofos e intelectuales chilenos?
“El impacto fue mucho más allá de los círculos exclusivamente
intelectuales. Los diarios de la época registraron el impacto social que
generó su visita. Se referían a él como ‘el gran contamina- dor’, Su figura
era bastante conocida. Se habían realizado ediciones nacionales de algunos de
sus libros, incluso ‘piratas’. Este hecho denota, indudablemente, una falta
ética; pero revela por otra parte el amplio interés por conocer sus ideas. Yo
diría que impactó en los filósofos, pero sobre todo en los escritores. Tengo
la sospecha que la llamada ‘Generación literaria del 50’, lleva el sello de
Ortega, entre otras figuras señeras”.
El viaje excedió la misión de un filósofo. ¿En qué sentido tuvo un carácter social y político?
“Creo no equivocarme al señalar que el viaje de Ortega a Chile y
Argentina excedió con creces su límite temporal. Su influencia intelectual y
cultural se propagó por largo tiempo. Hasta hoy. Directa e indirectamente.
Primero, mediante sus gestiones como pensador, gran comunicador y pedagogo.
Segundo, a través de sus discípulos, pertenecientes al ‘Instituto de
Humanidades’ que fundara en Madrid. La dictadura de Franco en España
persiguió a los intelectuales, quienes se vieron obligados a exiliarse. Los
países preferidos por los ‘transterrados’, como se autodenominaban, fueron los
latinoamericanos. Por estas tierras, colaboraron activamente en la
‘profesionalización’ de la filosofía. En Chile, estuvo José Ferrater Mora,
autor de un insuperado ‘Diccionario de Filosofía’, y Francisco Soler, entre
otros. Obviamente, ellos difundieron la figura de su maestro, pero también las
más prominentes figuras del pensamiento contemporáneo”.
Francisco, su
cercanía al pensamien- to de Ortega y Gasset, ¿cómo repercutió en su propio
viaje por la vida y su filosofar?
“Tal como se indica en el Prólogo, la escritura
de un libro sobre Ortega es el pago de una deuda de gratitud, pues me permitió
acceder a una dimensión cultural que considero de la mayor importancia. Así
como no puedo imaginar el mundo sin música, tampoco lo puedo sin filosofía.
Esta actividad es un saber, y ello es un buen aporte; aunque es también un
modo de vivir, una manera de orientarse en medio de las variadas y
heterogéneas que nos toca sortear en el mundo. En esto último, es donde
radica su mayor utilidad. Uno suele agradecer a un amigo cuando le da un buen
consejo. Yo recibí ese consejo a través de un libro, de quien era un absoluto
desconocido. Hoy, después de 50 años, quizá debiera referirme a Ortega y
Gasset como ‘mi amigo’”.
Agradecimientos a Diario Talca.